La guerra comercial entre EEUU y China reconfigurará el sector tecnológico

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Ante él próximo aumento de aranceles de Estados Unidos para los productos provenientes de China se avecinan grandes cambios en la industria tecnológica global. Estos nuevos impuestos, que ascenderán al 25% afectarán a toda la cadena de suministro de productos tecnológicos y encarecerán los precios en Estados Unidos, lo que abre las puertas a que otros mercados como Europa puedan alcanzar una posición más importante en el ranking mundial de este sector.

Durante este año la guerra comercial entre Estados Unidos y China se ha recrudecido, principalmente por las acciones llevadas a cabo por la administración de Donald Trump, que aprobó una nueva tasa arancelaria a gran cantidad de productos tecnológicos provenientes del país asiático. Comenzó con un incremento de 50.000 millones de dólares que se impuso en junio, seguido de un 10% adicional el mes pasado, que supuestamente generará 200.000 millones más. Pero esto no queda aquí, sino que a principios de 2019 este porcentaje ascenderá a un 25%, lo que supondrá una gran carga que acabará repercutiendo a toda la cadena de suministro de tecnología, acabando en el cliente final, ya sean consumidores o empresas. En la amplia lista de productos que serán grabados con este impuesto se encuentran componentes vitales para la infraestructura tecnológica de los centros de datos, numerosos formatos de memoria de almacenamiento profesional y de consumo, y gran cantidad de dispositivos, incluyendo varias categorías de ordenadores, servidores y otros artículos tecnológicos de uso común.

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Una gran parte de las empresas norteamericanas considera que esta política será perjudicial para la economía estadounidense, y prevé que afectará mucho a sus negocios. Desde las grandes superficies como Wal-Mart a los principales proveedores de infraestructura en la nube y tecnología para empresas, las compañías del país ven que se avecinan tiempos difíciles, en los que la competitividad de Estados Unidos en el mundo tecnológico puede resentirse mucho. A medida que las empresas americanas deban afrontar estos gastos, otros mercados internacionales aprovecharán la oportunidad para potenciar su industria tecnológica, lo que podría llevar a una redistribución de numerosos sectores a medio y largo plazo. En este contexto, Europa es una región a tener en cuenta, ya que las empresas del continente dedicadas a ciertas áreas tecnológicas podrían competir con fuerza en el precio, llevando a los clientes internacionales a apostar por contratos de suministro con empresas europeas.

Con estos impuestos el gobierno estadounidense pretende incrementar las ganancias obtenidas a través del sector tecnológico, pero esto a la vez podría repercutir muy negativamente en la economía global del país, encareciendo gran cantidad de artículos, y no sólo de tecnología. Y todavía no está claro si China tomará represalias que, de materializarse, podrían complicar aún más la economía de ambos países, en favor de otras regiones. De momento, parte de la producción tecnológica de proveedores de componentes y equipos afincadas en China está moviéndose a otras zonas, pero numerosas áreas están íntimamente ligadas a las fábricas del país asiático, y no será fácil trasladar la producción a otras regiones.