El gasto en seguridad de infraestructuras críticas crecerá de cara a 2023

Todos los indicadores muestran que la seguridad informática es cada vez más importante para proteger las infraestructuras críticas controladas por las empresas y las administraciones públicas, y se espera que en los próximos años los riesgos aumenten considerablemente. Mientras tanto, el gasto global en seguridad ha mantenido unos niveles de crecimiento moderado durante los últimos años, pero que podrían aumentar en el próximo lustro. Al menos, así opinan los analistas de ABI Research, que pronostican un incremento de cara a 2023, cuando se podrían alcanzar los 125.000 millones de dólares.

Según Michela Menting, directora de investigación: “todavía hay un espacio significativo para una mayor inversión”. En su último informe sobre seguridad de infraestructuras críticas dijo que: “si bien los operadores de infraestructura crítica enfrentan un panorama de amenazas en expansión, también tienen más opciones y soporte en términos de protección digital de sus sistemas TO y TI”. Añadió que “los presupuestos de seguridad han aumentado significativamente, lo que es una noticia alentadora para aquellos sectores que han estado rezagados en seguridad digital”.

Como también indican otros estudios, las empresas y los gobiernos están reforzando la seguridad de las infraestructuras críticas para prepararse frente a las futuras amenazas, que todos los expertos opinan que crecerán en intensidad, sofisticación y peligrosidad. Se prevé un incremento de los ataques tanto para el lucro directo como para robar información industrial y estatal, y para espiar las comunicaciones confidenciales. Menting indicó que “los niveles actuales de gasto en seguridad son significativamente más altos en comparación con hace unos pocos años”. Pero apunto que “todavía hay un espacio significativo para una mayor inversión, tanto desde una perspectiva de conciencia como de implementación”.

Según el informe de ABI Research, el gasto en ciberseguridad de infraestructuras críticas está siendo impulsado especialmente por los contratistas de defensa, los OEM industriales, las empresas tecnológicas y las del sector energético. Todas ellas se dedican a áreas vitales para el funcionamiento de la economía, los gobiernos y la sociedad, y son un blanco cada vez más apreciado por determinado sector de ciberdelincuentes, que persiguen dañar a los países y las principales empresas mediante el sabotaje, el espionaje y el robo de datos confidenciales.