¿Cuál ha sido la evolución del usuario de email en los últimos 50 años?

Llevamos 50 años mandándonos emails. Medio siglo. Casi nada. Un tiempo en el que ha evolucionado tanto la tecnología del invento como el perfil del usuario. Baste con decir que, en estas cinco décadas, el correo electrónico ha pasado de ser una herramienta sólo accesible para un reducido grupo de investigadores en los años 70, a formar parte del día a día de cualquiera de nosotros en todo el mundo, como nos recuerda . 

 

Actualmente, existen unos 4 mil millones de usuarios a nivel mundial, y circulan 306 mil millones de mensajes al día. Unas cifras extraordinarias que bien merecen un repaso. Validity señala los aspectos más notables en esta evolución.

 

Cuando nació el email en la década de los 70, su alcance se limitaba a un pequeño círculo de investigadores universitarios, empleados del gobierno y militares. Su inventor, el ingeniero Ray Tomlinson, lo había concebido para que los ingenieros de Arpanet, la red precursora de Internet, que pertenecía al Departamento de Defensa de Estados Unidos, pudieran tener una comunicación más directa, y se usaba principalmente para asuntos oficiales relacionados con la investigación científica de la red. Pero, como era de esperar, poco después empezó a usarse para temas personales, que en ese momento se consideraban ilícitos. Leonard Kleinrock, uno de los padres de internet, ha confesado en múltiples entrevistas que fue la primera persona que le dio un uso “ilegal”. En 1973, este pionero le escribió a un compañero en Reino Unido para recuperar la maquinilla de afeitar que había olvidado en un viaje de trabajo.

 

Los usuarios del correo electrónico de los 70 no sólo vieron el potencial del email a nivel personal, sino también a nivel comercial. El experto en marketing, Gary Thuerk, hizo en 1978 el primer envío masivo de correspondencia digital a 393 direcciones para anunciar el lanzamiento de unos nuevos ordenadores. Su audacia le costó una buena reprimenda por parte de un alto cargo del Pentágono que lo acusó de violar el uso de la red. A pesar de estos y otros inconvenientes, la campaña generó 13 millones de dólares en ventas para la empresa de Thuerk.

 

A principio de los 80, el uso del email empieza a extenderse entre los académicos y científicos a nivel mundial, y poco a poco va llegando al resto de la población gracias a la comercialización de los ordenadores personales y el desarrollo de las diferentes redes pioneras de internet. Es una época en la que existen diversos sistemas de red, protocolos y conexiones de correo electrónico, lo que impide que haya una comunicación global. El perfil de usuario, fuera de los ámbitos académicos, científicos o de los gobiernos, era el de una persona joven, con mucho interés por la tecnología y que busca la inmediatez en su día a día. Se trató, pues, de una época de transición en la que se trabajó en unos estándares que acabaron por llevarnos a la actual comunicación global.

 

La popularización del correo electrónico llegó en esta década de la mano del World Wide Web y, sobre todo, con el webmail, que nació con Hotmail en 1996. La gratuidad del servicio, la inmediatez y la facilidad de uso conquistaron a millones de usuarios en todo el mundo, y se convirtió rápidamente en una tendencia. Su fama no dejó indiferente a nadie, hasta el punto de ser el protagonista de aquella comedia romántica que protagonizaron Meg Ryan y Tom Hanks.

 

A medida que se volvía accesible a todo el mundo, las empresas empezaron a valorar su potencial comercial, como ya lo había hecho Gary Thuerk en 1978. Poco a poco, las bandejas de entrada comenzaron a saturarse de correos electrónicos que se enviaban de manera indiscriminada a los usuarios para vender un producto o un servicio. La inocencia de los usuarios, la falta de herramientas para filtrar los correos y los vacíos legales fueron los ingredientes perfectos para que se produjese el fenómeno del spam, que se convirtió en una preocupación global de gobiernos y empresas a finales de los 90.

 

Los 2000 supusieron la llegada de una revolución. Tras la convulsa década de los 90, los usuarios exigían tener un mayor control sobre su bandeja de entrada. Esta situación fue entendida por Gmail en 2004, un servicio que otorgaba un amplio almacenamiento asociado a potentes filtros. Una evolución tecnológica que se sumaba a los esfuerzos que ya estaban realizando los gobiernos y las empresas en Occidente para controlar la cantidad de correo basura que se generaba en el día a día. 

 

A partir de ese instante, los proveedores de email empezaron a dirigirse a un usuario concienciado, que era capaz de usar la tecnología en su beneficio y al que se le tenía que complacer. Una situación que abrió otra puerta: la del servicio de correo electrónico basado en el comportamiento. Fue entonces cuando los datos del consumidor se volvieron relevantes a la hora de diseñar cualquier campaña de marketing.

 

A principios de los 2000, Blackberry había conseguido llevar el correo electrónico a los teléfonos móviles, pero su uso se limitaba al ámbito profesional. El lanzamiento del iPhone en los años 10 supuso un gran cambió a nivel tecnológico y de comportamiento social. Sí, la llegada de los teléfonos inteligentes cambió el perfil del usuario de correo electrónico para siempre al convertirse en un ser hiperconectado que tiene a su disposición diversos canales de comunicación, como las redes sociales o las aplicaciones de mensajería instantánea. 

 

Hoy, la mayoría los correos electrónicos se leen en dispositivos móviles, y existe un auge de los relojes y los altavoces inteligentes que interactúan con el email, especialmente entre los consumidores más jóvenes, lo que parece señalar el futuro de la evolución tecnológica. Un panorama en el que la ciberseguridad tendrá un peso fundamental. Por eso es de justicia señalar como muy relevantes en esta época tanto la tecnología DMARC como la legislación GDPR.