5 tecnologías clave para la ciudad inteligente que se verán impulsadas por la crisis sanitaria

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En las urbes inteligentes serán habituales los servicios de gobierno electrónico, el trabajo remoto, la educación en línea, el e-commerce, la salud electrónica y la teleconsulta.

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La COVID-19 está obligando a los gobiernos de las ciudades a adaptarse a una nueva realidad. Según ABI Research, las agendas estratégicas de resiliencia urbana y transformación digital están centradas en desarrollar al máximo una importante gama de tecnologías durante la emergencia actual.

La consultora destaca cinco:

• Drones: Ayudan en la comunicación y la aplicación de las reglas de distanciamiento social, así como en la entrega de suministros médicos.

• Nuevos tipos de vigilancia: Uso de IA para la detección remota de temperatura.

• Carga autónoma: Procesos automatizados para las entregas autónomas de última milla.

• Gemelos digitales: Dan visibilidad holística, transversal y en tiempo real de recursos, activos y servicios.

• Seguimiento de ubicación: Tableros en tiempo real y uso compartido de datos, incluido el uso de crowdsourcing de datos de teléfonos inteligentes.

Si bien muchas de las medidas tomadas por los gobiernos durante la crisis han estado marcadas por la improvisación, en ese trayecto se ha puesto de manifiesto la flexibilidad inherente a las nuevas tecnologías para abordar situaciones de emergencia y desafíos relacionados con la gestión de activos y servicios de respuesta a la demanda. Estas virtudes tendrán, pues, un impacto duradero, de modo que su huella será palpable en el cambio radical al que se abocan las ciudades del futuro.

Unas urbes inteligentes donde serán habituales los servicios de gobierno electrónico, el trabajo remoto, la educación en línea, el e-commerce, la salud electrónica y la teleconsulta.  Todo ello redundará en unas enormes caídas en los niveles de tráfico, lo que disminuirá la contaminación del aire. De hecho, se espera que los niveles de tráfico posteriores a la COVID-19 sólo alcancen entre el 80% y el 90% de los niveles anteriores a la pandemia.