La IA y la automatización requerirán personal con más inteligencia emocional

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Para trabajar con inteligencia artificial y con la automatización hacen falta profesionales con cualificación técnica, pero también con otras habilidades transversales, como es la inteligencia emocional. Según una investigación de la firma Capgemini, la demanda de estas competencias se multiplicará por seis en los próximos 3 a 5 años.

Este estudio, denominado Emotional Intelligence – The essential skillset for the age of AI, ha sido elaborado por el Instituto de Investigación Capgemini, y tiene como objeto analizar cómo están introduciéndose capacidades humanas como requisitos fundamentales para el trabajo en entornos de automatización e inteligencia artificial. Uno de sus principales pronósticos es que la demanda de inteligencia emocional para este tipo de empleos se multiplicará por seis en los próximos 3 a 5 años. Pero, sin embargo, menos de una de cada cinco empresas está formando a los trabajadores que no tienen funciones de supervisión en este campo.

Esto es un freno importante para alcanzar la cualificación necesaria para la automatización dentro de las organizaciones, dada la opinión de empleados y directivos, que creen que la inteligencia emocional es una capacidad clave, junto con la conciencia de uno mismo, la autogestión, la conciencia social y la gestión de las relaciones. Y creen firmemente que esto se convertirá en un requisito fundamental para tener éxito en los próximos años.

Pero, según las respuestas obtenidas en esta investigación, la inmensa mayoría de las organizaciones no ha modificado sus procesos de selección y formación de personal para implementar este enfoque. Y esto impedirá que se pueda aprovechar el potencial de la inteligencia emocional para mejorar la satisfacción del empleado, reducir la rotación de personal, generar más ingresos y reducir costes.

Entre las principales conclusiones de este informe destaca que el avance de la automatización y de la IA en las empresas propiciará un cambio de percepción sobre el valor de habilidades como la inteligencia emocional tienen en la organización. Esto será importante para el trato con el cliente, ya que las tareas rutinarias automatizadas dejarán espacio para que los empleados dediquen más tiempo al trato personal, como opina el 76% de los directivos encuestados. Y otros tantos creen que los empelados deberán asumir tareas que requieren competencias emocionales. Por ello, para el 61% de encuestados la IE se va a convertir en una competencia clave en los próximos 1 a 5 años.

Otro asunto importante en este sentido es que los trabajadores se muestran preocupados por la introducción de la inteligencia artificial y la automatización, y ven peligros para su puesto de trabajo. Esto pone el foco en otras habilidades que permitirán progresar en la organización a largo plazo, como son este tipo de soft skills. Esta idea se ve reforzada por los datos, ya que las organizaciones con una plantilla más dotada en materia de IE ya están percibiendo beneficios. Por ejemplo, un 60% de ellas afirma estar consiguiendo unos resultados un 20% mejores en diversos factores de negocio, como la productividad, la satisfacción del empleado, la cuota de mercado o la atención al cliente.

En palabras de John Mayer, profesor de Psicología de la Universidad de New Hampshire, “cada uno de nosotros nace con ciertas capacidades matemáticas, pero si no cursamos asignaturas como el álgebra, dispondremos de escasos recursos para utilizar variables y fórmulas por nuestra cuenta. Lo mismo sucede con la inteligencia emocional, cuyo desarrollo se puede impulsar en parte desde la enseñanza y la impartición de sesiones formativas específicas. Podemos adquirir conocimiento en el área que aumentará la efectividad con la que las personas hacen uso de su inteligencia”.

Otro dato clave que aporta este estudio es que no se están llevando a cabo planes de formación adecuados a esta realidad y, aunque el 75% de las empresas encuestadas cree que podrían conseguir que sus empleados desarrollen competencias en IE, pocas están llevando a cabo planes formativos en este sentido. Por ejemplo, un solo 42% lo está haciendo al nivel de los directivos, un 32% en los mandos intermedios y solo un 17% está ofreciendo formación a empleados junios o sin funciones de supervisión. Y, por último, menos de un 40% de las empresas está evaluando sus actuales competencias en inteligencia emocional, o las comprueba durante los procesos de contratación de nuevo personal.

Según dijo Claudia Crummenerl, responsable de Práctica Global, Personas y Organización en Capgemini Invent, “Las empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de contar con competencias de inteligencia emocional, pero no están invirtiendo en ello con la suficiente rapidez. Este estudio muestra no solo que es necesaria la IE ante la expansión de la automatización de las tareas rutinarias, sino también, que las empresas pueden beneficiarse de tener una plantilla inteligente desde el punto de vista emocional”. Concluyó señalando que “La experiencia de las empresas más avanzadas en este ámbito evidencia que las organizaciones deben priorizar la IE en sus procesos de contratación, en sus programas de formación y en la cultura que les inspira de cara a crear un equipo resiliente en un mundo en continua transformación”.